Almagesto
Invocaría mis perversiones más tiernas al asomarme por la brecha de tu punto G atraído por su Fuerza G, que no es sino el placer mayúsculo y anhelo de hacerte suspirar mientras me alejo y contemplo tu ombligo, que declararía centro de esta galaxia mamona al modo de Galileo Galilei o más asertiva y plausiblemente, Klaudios Ptolemaios, más conocido como Ptolomeo el Geocéntrico. Es por lo anterior que los cazadores de astros y planetas yerran al profetizar el pasado, yerran al mirar las estrellas en los cerros del norte chico; Eres Universo, torbellino tu paso.
Ocuparía ciertos tecnicismos, ciertos conceptos que solo las ciencias duras podrían facilitar (como campo magnético, permeabilidad magnética, flujo magnético, fluido no-Newtoniano, entropía, etcétera) para declarar objetiva, clara y distintamente esa aseveración cosmogónica e irrefutable que es tu Ser. Me importa un pepino (no sin sal, pimienta y limón) ¡TODO! (salvo tu excepción, my dear) incluyendo toda la farsa de la poesía, porque si fuera por mí, iría a traficar esclavos o a cazar rinocerontes negros al África Occidental Parietal que (aunque no tengan la culpa) es mucho más sensato inicuamente hablando; O simplemente conspirar atómicamente (a nivel molecular, digo) y dejarme abducir por alienígenas verdes y hostiles de casco y chaleco anti-agresión, que aparecen de improvisto mientras te tomas una cerveza trasnochada y clandestina; porque la verdad, reitero, me importa un rábano (no sin lechuguita limón y sal) ¡TODO! (salvo tu excepción, my dear), incluyendo toda la hipocresía literaria que fue y será. Pero si te invoco ante el populacho, te rebajo a la categoría de gendarme de tus propios amigos o sería el equivalente a una blasfemia de tal magnitud, que eventualmente me costaría la cabeza (o quién sabe qué otra extremidad o qué tipo de tortura necesaria) por decir que La Virgen tiene pilín o que Diosito tiene tetas en plena Edad Media, siendo por ello juzgado en el Tribunal de la Santa Inquisición; situación que es equivalente a declarar ante el Señor Juez por haberle lanzado un par de guijarros Morrinos en plena marcha estudiantil por la educación, a la autoridad pertinente. Así que te dejo ahí nomás, ahí en la lamparita, ¡oh mi bella genio!, esperando que los luceros más importantes de la galaxia mamona, se vuelvan a alinear. Y para evitar el epíteto de tonto solemne por parte de la crítica Nicanorina Parriana, terminaré diciendo que pueden sustituir las palabras pepino y rábano por carajo, huevo, verga o diuca en último término, que son mucho más populachas.
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