Aldana O Quién Dice Que La Palabra...
Entonces apareció Odette, hermosa y muy distinta a su aspecto habitual. La abracé con fuerza y soltó unas lágrimas.
—¿Cómo está Aldana? pregunté en medio del abrazo.
Nos apartamos, y sin quitarse las lágrimas de su rostro me miró y no dijo nada. Sólo logré saber de la existencia de aquél director del instituto de arte después de un rato, cuando conversamos con Odette . Básicamente me dijo que Aldana no podía hacer nada por el asedio intoxicante de ese hombre que se las arreglaba personalmente para perjudicarla. En ese momento se me vino a la memoria una imagen de Aldana y yo cuando intenté, entre el desorden de sus libros, tomar uno que llamó mi atención, pero que su mano, pálida y con fuerza, me lo impidió. La miré y entendí que el título y contenido de aquel libro diría demasiado sobre ella. Sólo quedé conforme, y a modo de retribución, con mirar su blanco rostro envuelto por su hermosa y rojiza cabellera.
Etiquetas: "The Tale Were Told"
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